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Qué es la displasia de cadera
La displasia de cadera es una enfermedad articular congénita, hereditaria y degenerativa del fémur, de la cadera o de ambos. Para entender lo que ocurre en la displasia de cadera tenemos que explicar primero las partes implicadas.
Un poquito de anatomía…
La cadera es la articulación que une el fémur con la pelvis. Para ello la cabeza del fémur tiene que encajar y moverse correctamente en el acetábulo. El acetábulo es por tanto el hueco de la superficie de la pelvis en el que tiene que encajar la cabeza del fémur. Es la articulación coxofemoral la que se ve afectada.
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La displasia es una incongruencia articular en la que el acetábulo no cubre lo suficiente la cabeza del fémur. Esto causa una movilidad inadecuada provocando dolor o cojeras de mayor a menor intensidad dependiendo de la gravedad del defecto congénito de nacimiento. Cuando el perro comienza a crecer, la cadera no se forma correctamente permitiendo la correcta adaptación del fémur a ésta, desplazándose hacia uno de los laterales. Además, si no se trata adecuadamente, la cabeza del fémur del roce dejará de ser lisa, empezará a engrosarse produciendo mayor roce con el acetábulo y por tanto mayor dolor e inflamación convirtiéndose en una osteoartritis de cadera que terminará imposibilitando el movimiento de las extremidades traseras.
Ya os explicábamos qué es la luxación en el post de luxación de rótula. En la displasia de cadera se da una luxación en tanto en cuanto se produce una dislocación saliéndose el hueso de la articulación, el fémur de la cadera. Esto provoca con el paso del tiempo la inflamación de los tejidos y una artritis muy dolorosa. Aparte de que el acetábulo no cubre lo suficiente la cabeza del fémur puede que igual la cabeza del fémur sea demasiado pequeña o aplanada y esta incongruencia articular luego se va a transformar en artrosis y dolor en un daño en esa articulación a largo plazo.
Causas de la displasia de cadera
Aunque la causa sea genética, hay determinados factores ambientales que pueden contribuir a que se desarrolle la enfermedad. Y cuando decimos que contribuyen, es que ningún factor ambiental es totalmente determinante en su aparición. Es más bien una relación indirecta, el perro tiene ese defecto congénito, pero el factor ambiental provoca que su aparición se acelere. Por lo tanto las causas de la displasia de cadera son:
Genética
Esta es la causa más determinante. La displasia de cadera es hereditaria y congénita. Es decir, se hereda de los progenitores y se tiene desde el nacimiento. Hay muchos cachorros que ya tienen cojeras intermitentes que pueden ser sospechosas de displasia. Acude a tu veterinario cuanto antes. Cuanto antes se diagnostique mejor pronóstico. Hay casos que no se agravan hasta la edad adulta, ya de mayores, especialmente cuando la displasia ya se haya convertido en artrosis.
Aunque los factores genéticos son inevitablemente los que causan la displasia de cadera, existen otros factores ambientales que pueden hacer que aparezca antes. Y viceversa, si cuidamos a nuestra mascota y evitamos todos esos posibles factores ambientales ayudaremos a que aparezcan los síntomas desagradables de la displasia precozmente.
Sobrepeso u obesidad
Otro factor muy determinante es el sobrepeso o lo que es peor, la obesidad. Sobre todo, cuando el perro está creciendo. Ya os hablábamos en el post de alimentación de los perros de la importancia de una buena dieta para evitar un sobrepeso y todas las desagradables consecuencias que trae ésta. La pronta aparición de la displasia de cadera es una de ellas, dejando a nuestro perro con inválido desde muy joven.
Crecimiento rápido
El crecimiento rápido se relaciona muchas veces con el sobrepeso, ya que si nuestro perro se alimenta más o peor de lo debido, engordará antes y crecerá más rápido. Esta velocidad de crecimiento también puede ayudar a que aparezca la enfermedad precozmente.
Otras causas
Por ejemplo, si nuestro perro crece en un ambiente en el que el suelo es resbaladizo y se resbala con frecuencia o anda resbalándose podrá aparecer la displasia antes de lo esperado.
También hemos de tener cuidado con la actividad o ejercicios que hacemos con nuestros perros ya que una actividad inadecuada puede favorecer que los síntomas de la enfermedad se presenten antes. Esto tiene especial importancia cuando son cachorros, ya que sus huesos, cartílagos y demás estructuras se están aun formando.
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Síntomas de la displasia de cadera
La displasia de cadera es una enfermedad degenerativa, por lo que irá empeorando con el paso del tiempo. Al principio los síntomas serán más leves o incluso estarán ausentes para después, con el paso del tiempo, ir estando cada vez más presentes, aumentando los dolores del perro al andar y disminuyendo su calidad de vida.
Otras veces el perro tiene síntomas de forma intermitente, aparecen una época en la que está peor, desaparecen y mejora considerablemente hasta que vuelve a tener otro “brote”. Lo normal en estos casos es que siendo cachorro los periodos de dolor se separen más en el tiempo, teniendo mayores épocas de mejora que de síntomas, para luego ir acercándose más a medida que el perro se va haciendo más mayor, hasta que llega un punto en el que los síntomas no desaparecen.
Los síntomas de la displasia de cadera a nivel general serían:
- Cojera
- Dolor
- Poca actividad: no se mueven o se mueven muy poco
- Dificultad para mover las extremidades traseras, rigidez
- Chasquidos o ruido de huesos al crujir.
Diagnóstico de la displasia de cadera
Se diagnostica mediante radiografía y se puede diagnosticar desde que los perros son cachorros ya que la alteración se suele desarrollar a los 5 meses de edad aproximadamente. Aunque existen casos en los que los síntomas no agravan hasta la edad adulta, desde cachorro el perro ya habrá tenido síntomas en mayor o menor medida, como disminución de la actividad, o cojeras intermitentes.
La edad en la que un perro se hace adulto depende mucho de la raza y el tamaño. Un perro de raza miniatura se hará adulto cuando alcance los 4 kg, sobre los 8 meses. Las razas pequeñas a los 10 meses y las medianas a los 12 meses. La displasia de cadera es más común en perros de raza grande. Se estima que los perros de raza grande se hacen adultos entre los 14 y los 18 meses y los de raza gigante entre los 18 y 24 meses. Por lo que en términos generales, los perros con displasia de cadera pueden empezar a sufrir los síntomas a los 2 años de vida.
La forma de diagnosticarlo es realizándole una radiografía bajo sedación para así evitar el movimiento, poner al perro boca arriba y estirando sus extremidades de manera que las cabezas femorales se sitúen ligeramente hacia el interior.
Ángulo de Norberg
De esa manera realizaremos la radiografía en la que podemos observar si hay displasia o no midiendo el denominado ángulo de Norberg. Para hacerlo, se traza la línea desde el centro de la cabeza del fémur hasta el centro de la otra cabeza femoral pasando por la parte posterior de la cadera formando así el ángulo de Norberg. En esta clasificación, lo más importante es saber que si el ángulo es <105º el perro tiene displasia.
- Igual o mayor que 105º -> el perro no tiene displasia de cadera
- Entre 100º y 105º -> la displasia de cadera es leve
- Entre 90º y 100º -> la displasia es moderada
- Menos de 90º la displasia de cadera es grave.
Un diagnóstico precoz hará que retrasemos los síntomas lo máximo posible y le demos así una mayor calidad de vida a nuestro compañero. Entre otras cosas, si diagnosticamos de cachorro la displasia de cadera, podremos ponerle condroprotectores durante la etapa de crecimiento. La función principal de los condroprotectores es retrasar en la medida de lo posible la aparición de la artritis ya que ayudan a hidratar y nutrir los cartílagos, contribuyendo así a su regeneración.
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Grados de displasia
Otra manera de clasificar la displasia es mediante esta clasificación gradual que va en función de la gravedad. Por lo tanto, los casos de displasia se clasifican según niveles o grados que van de menor a mayor gravedad:
- Grado I: No existe displasia, la cadera es normal
- Grado II: La radiografía nos da imágenes con sospecha de existir displasia
- Grado III: Se confirma la displasia
- Grado IV: La displasia ya es de gravedad moderada
- Gado V: Es el grado de mayor gravedad. La displasia es grave
Esto son formas de clasificar la displasia pero no siempre hay una correlación directa entre el grado de displasia y el dolor o los síntomas que muestra. Hay perros que con un alto grado de displasia presentan síntomas leves y viceversa, perros muy afectados que se los clasifica en displasia leve. Esto es debido la sinovitis. La sinovitis es la inflamación de la articulación y también juega un papel importante en la gravedad del cuadro.
Razas con predispocisión a padecer displasia de cadera
La displasia de cadera, como comentábamos, es congénita y hereditaria. Existen razas con mayor predisposición a sufrir esta dolorosa enfermedad. Las razas de tamaño grande y gigante están más predispuestas a padecerla, pero dentro se éstas existen razas con una alta incidencia, concretamente por encima del 20%. Que de cada 100 perritos, más de 20 puedan padecerlo, es para tenerlo en cuenta.
Las razas con estas altas incidencias son:
- Pastor alemán
- San Bernardo
- Rottweiler
- Golden Retriever
- Bulldog: tanto el inglés, el francés como el americano
- Boyero de Berna
Aunque como sabéis somos más partidarios de la adopción que de la venta, no dejaremos de informarte correctamente en el caso de que quieras que comprar. Y es que esta enfermedad, al ser congénita, deberíamos preguntarle al criador si ha hecho las pruebas correspondientes a los progenitores del cachorro que queremos comprar. Y es que a veces la displasia es tan leve que los perros no padecen muchos síntomas, suerte para ellos, y no se les nota. Por eso es necesario realizar la prueba siempre ya que aunque ellos la tengan leve, al heredarla, heredan la enfermedad pero no necesariamente el grado o nivel de gravedad también. Es decir, que aunque el progenitor tenga un grado II de displasia, por ejemplo, el hijo heredará la displasia pero ésta puede ser de grado V.
Tratamiento de la displasia de cadera
La displasia de cadera no tiene cura, como ya te habrás podido llegar a imaginar si has llegado a leer todo lo anterior. Por lo que el tratamiento está encaminado a retrasar la aparición de los síntomas o retrasar que se convierta en osteoartrosis. También a disminuir el dolor y adaptar el ambiente en el que viva el perro para hacerle la vida más fácil. En definitiva, el tratamiento está encaminado a mejorar la calidad de vida del perro con displasia de cadera.
Existe la fisioterapia veterinaria que ayudará a disminuir o sobrellevar mejor los síntomas y el dolor que provocan y mejorar así su calidad de vida. La fisioterapia es aconsejable en todas las opciones de tratamiento de la displasia.
En el protocolo del tratamiento de un perro con displasia estarán incluidos el control de peso, la administración de condroprotectores así como suplementos alimenticios con propiedades antiinflamatorias, el adecuado manejo del nivel de actividad: manteniéndolo activo pero sin llegar a excederse y el control del dolor mediante AINEs (antiinflamatorios no esteroideos).
En algunos casos la cirugía es la única opción. La operación podría estar encaminada a poner una prótesis de cadera o a realizar una artoplastia, que es una extracción de la parte dañada, en este caso la cabeza del fémur para implantar una falsa articulación mediante fibrosis muscular, sustituyéndolo con tejido fibroso o acumulación de las fibras de colágeno.
Estas cirugías son complicadas y tienen posibilidades de no funcionar o funcionar por un tiempo limitado. Lo ideal sería un diagnóstico precoz desde que son cachorros para retrasar lo máximo posible la aparición de los síntomas y así evitar la operación.
Insistimos como en cada post, la importancia de un veterinario especializado de confianza que te recomiende cuál es la mejor opción para tu querido compañero.